miércoles, 1 de junio de 2016

El poder de las palabras

Para bien o para mal, las palabras tienen un gran poder, tanto sobre nosotros como sobre los demás. Y no solo las palabras sino nuestros pensamientos también, sobre todo si van cargados de nuestra rabia, de nuestro dolor, de nuestra ira o de la de los demás, entonces se convierten en verdaderos tormentos para nuestra alma y por ende para nuestro cuerpo.

Caterina 49 años. Asesora.
16 de Mayo de 2016

Caterina vino a verme porque le afectaba mucho tener que cobrarle a uno de los clientes de su asesoría.
C: No hay forma  -decía- y sé que tiene dinero, pero cuando me mira con esa cara de pena, pues eso, que no puedo cobrarle y me debe bastante dinero. Esto no es normal. No tengo fuerza. Estoy sin energía. Y me duele mucho el pecho.
Y así empezó la sesión.

C: Veo oscuridad, y unos brazos oscuros que me rodean.
T: Muy bien. ¿Cuál es el origen de esos brazos oscuros que te rodean?
C: Hay un hombre. Me llama puta. Él piensa que he estado con otro. Me dice: "eres una perra, te acuestas con todo el que pillas, tienes lo que te mereces, voy a terminar contigo, no vas a descansar nunca"...

Ahí es nada, mandato tras mandato y justo ahí empezó el trabajo.

Caterina contó su historia, marcada por la fuerza de las palabras.
C: Me pilla durmiendo en un catre. Es una vieja cabaña del siglo XII y me clava una estaca en el pecho con un mazo. ¡¡Será bruto!! (hasta ella se sorprendía de lo que veía)

Un mandato

T: Fíjte bien, y eso de "No vas a descansar nunca", ¿qué te hace hacer en tu vida como Caterina?
C: Estar cansada de que todo me cueste tanto trabajo, todos los pasos que doy me cuestan mucho trabajo. Me cuesta que me valoren. Siempre me lo he tenido que ganar todo a pulso, con mucho esfuerzo.
T: Y ¿qué te impide hacer?
C: Tener las cosas fáciles. Que tenga que trabajar mucho para ganarme la vida. Me impide relajarme.

Otro mandato,

T: Muy bien y fíjate en eso de "te acuestas con todo el que pillas", ¿qué te hace hacer en tu vida como Caterina?
C: No respetarme lo suficiente. Hay determinados hombres que me cuesta que me respeten. Algunos hombres de negocios no respetan mi trabajo. Los hombres normales sí me respetan.
T: ¿ y qué te impide hacer?
C: Respetarme más a mí misma. Respetar mi propio trabajo.

Y otro más,

T: Fíjate en esto de "tienes lo que te mereces", ¿qué te hace hacer en tu vida como Caterina?
C: Sentir que me pongo rígida, el esófago se me bloquea (ahí está un síntoma de sus dolores)
T: Y, ¿qué te impide hacer?
C: Me está entorpeciendo avanzar para desinhibirme, para expresarme. Me muero por dentro.

Y otro mandato,

T: Fíjate entonces en esto de "me muero por dentro", ¿qué te hace hacer en tu vida como Caterina?
C: Me bloqueo en el pecho ( ahí está de nuevo el síntoma del dolor en el pecho)
T: Y, ¿qué te impide hacer?
C: SENTIR

Caterina se había negado a sentir a lo largo de su vida y esa falta de emociones fue en parte responsable de los problemas que tuvo en el centro de su pecho.
Ahora estos dolores se relacionan entre sí, terapia tras terapia.

Normalmente, cuando tenemos una dolencia crónica son necesarias varias terapias para enlazar todo, al ir haciendo consciente aquello inconsciente que el alma guarda y afecta al cuerpo, poco a poco ese síntoma irá sanando.

T: Muy bien, sigue.

C: Tengo el cuerpo destrozado. No le oí ( ¡Ojo!) Me mató cuando dormía.
T: Dime una cosa, si te mató cuando dormías, ¿cómo es que le oíste decir todos estos mandatos?
C: Pues porque yo estaba despierta, mi cuerpo estaba dormido.

Esto es una prueba más de que estemos durmiendo o en coma, nuestra alma escucha todo.

T: Sigue.
C: Me salgo del cuerpo. No siento nada. Me elevo y me quedo un rato observando. No me voy. Me quedo en la casa diciéndole cosas.
C (cuando era alma perdida): Eres un hijo de la gran puta ( palabras textuales), gordo asqueroso, te puse los cuernos y te los tenía que haber puesto más veces. Y él parece que me oye porque dice al aire "puta". Y así estamos unos cuantos años. Me quedo con él para fastidiarlo. Y cada vez que yo le decía "gordo asqueroso", él decía al aire "puta".
( Siendo fiel a la verdad, llegado a este punto, tanto Caterina como yo misma nos reíamos de ese juego entre el marido y su mujer muerta).
C: Al final me voy a la luz porque estoy cansada.

Allí la esperaba un hijo de aquella vida, que había muerto antes. Y al llegar le dijo "no sabía que estabas aquí o si no hubiera venido antes".
Fíjaos en la importancia de los familiares que vienen a recogernos en el momento de dejar el cuerpo. Si Caterina no hubiera estado tan afectada por la rabia de haber sido asesinada, hubiera visto a su hijo y se hubiera ido antes, ahorrandose esos años de sufrimiento.
Sin embargo, como todo pasa por algo, ella aprendió que no había avanzado nada en esos años de rabia que se quedó con su marido, tras su propia muerte. Había aprendido que hay que seguir avanzando.
Porque todo hay que aprenderlo, la cuestión es el tiempo que necesitemos para ello.

No es tu mirada, es como me miras

La volví a dirigir al momento de su muerte para ver ese último pensamiento, esa posible mirada que nos pueda seguir afectando vida tras vida, y allí estaba.
C: Veo los ojos de mi marido. En ellos hay rabia y dolor, quiere romper a llorar, tiene los ojos llorosos. Son como los ojos de mi cliente, el que no me paga.
T: Muy bien, y ¿qué te está diciendo con su mirada?
C: Me dice, "me has hecho mucho daño"



Y otro mandato más,

T: Fíjate bien en eso de "me has hecho mucho daño", ¿qué te hace hacer en tu vida como Caterina?
C: Apiadarme mucho de la gente y no mostrarme firme cuando tengo que hacerlo.
T: Y ¿qué te impide hacer?
C: No me gusta hacerle daño a la gente

Y otro mandato, fijáos por qué,

T: Y eso de "no me gusta hacerle daño a la gente", ¿qué te hace hacer en tu vida como Caterina?
C: Perjudicarme yo si es necesario. ( ¿qué os decía?)
T: Y ¿qué te impide hacer?
C: Dejar que los demás hagan lo que tienen que hacer.

Y ¿ por qué esas palabras, esas frases en principio normales, se convierten en mandato?

Pues por la fuerza de la energía con la que se pronunciaron. Y esa energía sigue vigente aún hoy día, rodeando como brazos oscuros a Caterina, que era lo que ella veía al principio de la sesión.

Pero aquí no acaba todo.

Su momento más traumático fue cuando le clava la estaca, lo que le provoca bloqueo, sentirse indefensa y sentir que la pillan a traición.
T: Y todo esto, ¿qué te hace hacer?
C: No reacciono, me ha pasado muchas veces en mi vida, me bloqueo, sobre todo cuando no me espero lo que me dicen.
T: Y¿qué te impide hacer?
C: No decir realmente lo que siento cuando lo siento. Lo pienso y lo suelto cuando ya no viene a cuento.
Siento angustia vital en el pecho y la garganta ( ahí está de nuevo su dolor crónico). Me tengo que joder (palabras textuales y mandato, ¡cómo no!) porque no puedo hacer otra cosas, no tengo otra opción.

Y otro más.

T: Fítate en eso de "me tengo que joder", ¿qué te hace hacer en tu vida como Caterina?
C: No expresarme, callarme muchas veces.
T: Y ¿qué te impide hacer?
C: Expresar lo que quiera o sienta.

Habló con el alma del que fue su marido, que era ese cliente que no le pagaba. Le pidió perdón por ponerle los cuernos y le devolvíó su energía. Y le dijo, "tenía que haberme separado, no ponerte los cuernos, perdóname".
Le exigió que le devolviera la energía que le robó cuando la mató, la recuperó y le perdonó.

Y por supuesto, rompió y anuló todos los mandatos que consciente o inconscientemente había hecho en esa vida que acababa de revivir, liberándose definitivamente y para siempre de ellos.

Al día siguiente Caterina tenía reunión con su cliente y yo esperaba su llamada para ver qué tal le había ido.
Cuando me llamó, lo que más me impresionó fue la energía que denotaba su voz. Se sentía fuerte, y esa fortaleza llegaba a través del teléfono.
No pude dejar de sonreir mientras me contaba el encuentro.
Caterina logró "entender", logró recuperar su energía y logró establecer un calendario de pago a su cliente, con la determinación de que, o le pagaba o dejaba de asesorarle. Así de sencillo.

Todo empezó con el poder de la energía que ponemos en las palabras y los pensamientos.
Y no solo en las palabras crueles o negativas, sino comentarios no conscientes que pueden dañar profundamente a quien los escucha y haber sido solo una broma del que los dice.
Incluso palabras inocentes repetidas una y otra y otra vez, bien por nosotros mismos o por algún familiar, amigo o conocido, da igual.
Palabras inocentes que expresan solo un pensamiento, pero que para el que lo escucha se puede convertir en un mandato de por vida, como lo que escuchamos cuando estamos en el vientre materno.
El poder de las palabras...¿qué energía ponemos ahí?.

Y yo me pregunto, ¿por qué no poner esa misma energía en el perdón y el entendimiento, en la interiorización, en mirar dentro primero antes de mirar fuera, en el amor por los demás?
¿Os imagináis cómo sería el mundo entonces?
No quiero decir con esto que no podamos hablar, sí que podemos y debemos hacerlo, pero con mucha consciencia de nuestro poder para con nosotros y para con los demás.

El poder de las palabras... puedes sanar con ellas pero también puedes herir. Utilízalas con sabiduría y "entendimiento", entonces todo será más fácil.

Gracias querida Caterina. Eres para mí una gran fuente de inspiración en mi estudio y un gran apoyo en mi trabajo.

Fina Navarro
30 de Mayo de 2016
viajerosdeluz@gmail.com
viajerosdeluz.blogspot.com.es

Y como las casualidades no existen, justamente, al día siguiente de escribir esta experiencia, apareció por mi casa un muchacho que llevaba arrastrando las palabras que le había dicho su abuela a su madre cuando estaba embarazada de él.
"No es el momento", le dijo.
Y esa expresión mal entendida por ese niño no nato, encerrado en la caja de resonancia que es el vientre materno, fue convertida por él mismo en un mandato de por vida que le ha llevado a desarrollar una enfermedad muy grave.
Sin embargo, a pesar de la gravedad, confío en que su alma haya "entendido" y decida sanar, tal y como afirmó que haría.
Quizás algún día pueda publicar también esa maravillosa experiencia...


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