lunes, 25 de julio de 2016

¿Sabemos pedir perdón?

Pero... pedir perdón ¿desde lo más profundo de nuestro corazón?
¿Siendo conscientes de lo que hemos provocado en otros?

Cuando nuestro dolor es intenso, a veces, se nos olvida pedir perdón por las acciones cometidas.
Y, a veces, ese olvido trae consecuencias que arrastramos mucho tiempo, más del que ni siquiera nosotros mismos somos capaces de entender, en este mundo terrenal, con nuestra mente humana sumergida en esta dimensión tan densa.

TR Abie
5 de Mayo de 2016

"No sé qué voy a hacer con él -decía Abie con total desesperación refiriéndose a su exmarido- me lo tropiezo siempre en la calle, cada vez que salgo sea la hora que sea (estén atentos pues toda la experiencia se desarrolla "en la calle"). Y veo que no supera su Ira contra mí por la separación. Vive para amargarme la vida. Estamos más de un año sin hablarnos ni tener contacto por lo mal que nos llevamos". 

Eso fue lo primero que me dijo cuando le pregunté por el motivo de su visita.
Y ya no tuve que preguntar más.

Entre mis amigas hay una broma extendida sobre mí. Ellas dicen "cuidado cuando Fina te dice, como el que no quiere la cosa:
 a ver... cierra un momentito los ojos. Eso es... respira...
pues ya te tiene mirando tu interior"
Y se ríen.
Y lo mejor, es que tienen razón.

Y eso fue lo que le dije a Abie.
Durante unos minutos vagó de sensación en sensación, en las que descubrió que el origen de su relación con su ex marido era la "dependencia" y donde le quedó claro que su hijo la estaba ayudando en esta vida a no perderse. Hasta que por fin logró centrar la experiencia, pero no se pierdan quién contaba al principio este relato.

Abie sentía Ira en su estómago, veía su propia mano ensangrentada, tenía la necesidad de hacerle daño a alguien. De pronto vio a un niño de unos 3 años muerto en el suelo, Era su hijo. Se desespera y grita, pero no viene nadie.
T: Mira a tu alrededor, mira a ver si hay alguien más ahí
A: Aahhggg... sí, es un hombre, es mi marido de ahora, tengo su corazón en mi mano izquierda ( así sin previo aviso). Siento odio. Él está tendido en una plaza de adoquines. Él ha matado a alguien (llorando), creo que ha matado a mi hijo... aagghhhh. Pero siento que es como si no hubiera querido hacerlo.
T: Fíjate bien. Yo voy a contar a tres y al llegar a tres irás al principio de esta experiencia, cuando todo comienza.


A: Estoy en casa, mi marido se lleva a mi hijo a jugar a la plaza. De pronto escucho algo y salgo corriendo. Veo a mi hijo tirado en la calle, parece que ha sido un accidente o que se le ha parado el corazón, pero yo creo que ha sido mi marido el que lo ha matado. Me vuelvo loca. Mi marido le mira como no entendiendo qué ha pasado, pero yo creo que es él quien lo ha matado. Así que voy hacia él y le arranco su corazón con la mano izquierda ( ella es diestra en esta vida).
A mis preguntas ella iba contestando...
Cojo a mi hijo en brazos y cruzo el puente de piedra hacia el bosque que rodea el pueblo. Lo dejo bajo un árbol y me quedo con él, ahí sentada. Me dejo morir. Muero a los 3 días. Me voy apagando poco a poco. Siento pena, vacío y desasosiego. Siento Ira en el estómago (la misma Ira que dice siente su marido actual). Esa Ira me sale por el corazón y se queda vacío, seco.

T: Muy bien, de todo esto que acabas de revivir, ¿cuál ha sido para ti el momento más traumático?
A: Cuando veo muerto al niño.
T: Y en ese momento, ¿cuáles son tus reacciones físicas?
A: Siento Ira ( otra vez) y soberbia (ojo)
T: Y en ese momento, ¿cuáles son tus reacciones emocionales?
A: Chillo y pego a mi marido.
T: Y en ese momento, ¿cuáles son tus reacciones mentales?
A: Odio e Impotencia.
T: Y fíjate bien, todo esto ¿qué te hace hacer en tu vida como Abie?
A: Siento pena, impotencia también porque no me paga su parte de mantenimiento económico.
T: Y, ¿qué te está impidiendo hacer?
A: Ser más fuerte. Me impide enfrentarme a él ( a su ex marido actual). Me impide avanzar.

El acompañante debe de respetar la experiencia de cada paciente, pero si no entiende algo también debe de investigar. Y así lo hice para aclarar lo que no entendía. No entendía como había podido arrancarle el corazón con una mano. No entendía como murió ella, sobre todo cuando en un momento le preguntaba si el cuerpo de su hijo se estaba descomponiendo y me contestó un No rotundo. ¿Cómo era posible? A pesar de todo, respeté la experiencia de esa alma que me hablaba y le hice hacer su trabajo.

Sin embargo aproveché la segunda vuelta para investigar y fíjense lo que descubrí...

T: Voy contar a tres e irás de nuevo al principio de esta experiencia tan traumática.

Volví a preguntar una y otra vez, todo lo que no entendía y eso llevó a que ella misma entendiera qué ocurrió realmente.

A: Yo estoy en la cocina cortando carne para la comida. Estaremos en el siglo XVII ( ya empieza a ser más precisa). Entonces oigo algo y salgo a la calle. Descubro a mi hijo en el suelo y creo que ha sido mi marido. Siento rabia y desconfianza. Cojo el cuchillo que me había metido en el delantal cuando salí y exhausta me lanzo contra él y le acuchillo en el corazón.
Cuando mi marido cae al suelo con la expresión en su cara de que no entiende nada, yo tiro el cuchillo y voy hacia el niño. Grito, lloro (y lloraba, estuvo todo el tiempo llorando). Viene gente y nos recogen. Entierran a mi hijo y me queda sola.


Vuelve sola a su casa y se sienta en una mecedora. Todavía no es consciente de que su marido no había matado a su hijo. Fue consciente precisamente haciendo la terapia, aunque parte de su alma desconfiaba de todo lo ocurrido y también fue la desconfianza la que la llevó a matar injustamente a su marido en aquella experiencia.
Conoció a otro hombre y tuvo más hijos. Murió de anciana rodeada de toda su familia. Sintió vitalidad al morir. Felicidad y tranquilidad. Sin embargo no se fue a la luz, se quedó junto a su propia cama durante meses. Siente que tiene que renunciar a algo, siente que tiene que hacer algo.
A: (como Alma Perdida de aquella vida): Me desespero ahí, la gente se olvida de mí. Tengo miedo a ir a la luz. Tengo miedo de ser juzgada. Me siento culpable.

Vean como una parte de su alma sabía que no había actuado correctamente, aún así todavía no lo tenía claro. Y no se sentía culpable, pero algo no casaba para ella es su propia historia.
Al final su hijo la esperaba en la luz y ahí saca aún más toda la emoción retenida.

A estas alturas todavía no era capaz de perdonar a su marido actual.
Así que la volví a llevar de nuevo a la experiencia para que descubriera definitivamente si su marido había matado o no, a su hijo de aquella vida. Y allí fue, de nuevo.
Le digo que mire el cuerpo del niño para ver si efectivamente tenía marcas, pues primero dijo que lo había estrangulado, después que lo había pisado un carro, hasta que no vio señales de nada de eso y se dio cuenta de que murió súbitamente por un problema de corazón, pero que en su desesperación acusó y mató al marido.

Y... por fin entendió y por fin pudo perdonar y por fin se pudo perdonar a sí misma también.

Pero realmente, ¿qué ocurrió?

En la primera vuelta, quien realmente estaba trabajando era esa parte de su alma que se quedó atrapada en el dolor de la pérdida de su hijo y del asesinato de su marido, por su propia mano.
Ese cachito de su alma herida, que siente que le ha arrancado el corazón a su marido y se lleva a su hijo bajo un árbol para morir.
Le pregunto cómo está su hijo tras esos 3 días que ella tarda en morir, y ella insiste una y otra vez en que está bien, está muerto pero su cuerpecito está bien.
Y precisamente fue eso, que el cuerpo de su hijo no se descomponía,  lo que me llevó a entender que había estado trabajando con lo que nosotros llamamos una Fragmentación de Alma, y que ambos estaban atrapados en su dolor.
Al final de la terapia, ya liberado el trauma, esa parte de su alma junto con la de su hijo pudieron ir a la luz y soltar definitivamente ese sufrimiento que seguía resonando una y otra vez, como si realmente estuviera pasando en este momento.

Tras trabajar el momento más traumático y las reacciones y como la estaba afectando, se dio permiso para ver un poco más de la realidad en esa segunda vuelta.

En la segunda vuelta es cuando se da cuenta de que no muere en el bosque sino que sigue su vida, de que mató a su primer marido con un cuchillo, de que se casa con otro hombre, tiene otros hijos y de que se queda como un alma perdida por meses, (lo que normalmente se conoce por fantasma o espíritu), porque le faltaba algo, pero lo que sentía era un profundo miedo de que cuando fuera a la luz su hijo muerto no la quisiera. Le pidió perdón por si hubiera sido una mala madre.
Durante ese tiempo que estuvo como alma confundida intentó llamar la atención de sus familiares pero no le hacían caso. Y al final decidió ir ella sola a la luz, que según dijo siempre había estado allí, esperándola.

Y por fin la tercera vuelta, en la que se da permiso para ver la realidad de que su marido no fue el culpable de la muerte de su hijo y por lo tanto de que ella no tenía motivos para odiarle y ni mucho menos para matarle.

Abie echaba las culpas a su ex pareja de la Ira y Rabia que siente él, sin embargo es ella la que lo sentía continuamente y viene de la vida donde ella mató a su marido porque creía que éste había matado a su hijo de tres años.
Por ello deciden venir a esta relación actual de nuevo como marido y mujer para superar aquella experiencia pendiente de sanar.

Pero aquí no termina todo...

Abie tuvo un aborto en esta vida de poco más de un mes de gestación, que le había provocado mucho dolor emocional. Así que la llevé a hablar con el alma de su bebé no nato, en quien reconoció al alma de su hijo de aquella vida. Y para calmar su dudas, le dije que fueran al momento en que estaban programando su experiencia de vida actual.
Ahí descubrió que todo estaba previsto, incluido el aborto, y que la ayudaría a ella a resonar con aquella experiencia que tenía que sanar cuando le perdió en aquella vida. Esto, a su vez, le ayudaría a él mismo en su propio crecimiento al recuperar parte de su propia alma atrapada bajo el árbol.

Le pregunté si pertenecían al mismo grupo espiritual y, sin dudarlo, me dijo que Sí.
Entonces le pregunté si sabía qué era eso "del mismo grupo espiritual" y me dijo que no lo sabía, pero que algo dentro de ella sí sabía que pertenecían al mismo, sea lo que sea eso.
Cuando le pregunté como iban vestidos en ese espacio, me dijo que todo estaba blanco y que ellos llevaban túnicas blancas.
Lo curioso de todo esto es que Abie no sabía conscientemente nada de estos temas, hasta ese momento.

Pero, ¿qué justificaba la actitud de su marido actual hacia ella?
En todo el proceso y el trabajo final con el perdón, su marido de aquella vida (que es el mismo que el de ésta) fue capaz de perdonarla sin ninguna duda por haberle matado.
Y lo único que el alma de su marido quería era que ella le pidiera perdón por todo el daño causado en aquella vida.

Al fin, ella logró perdonar a su marido actual desde lo más profundo de su corazón, a través de ser perdonada por él en aquella vida anterior.



Abie se dió cuenta de que la Ira que ella decía ver en su marido, le pertenecía a ella y que es ella la que tiene que trabajar en su interior.

Se fue a casa con una tarea a realizar, la de ofrecer su meditación diaria para que tanto ella como su ex marido encuentren el camino de la luz.

El trabajo de Abie, según sus propias palabras, fue definido como: "uufff... esto duele más que un parto", y a veces es cierto, pero miren los resultados...

Un mes después Abie volvió a casa a una reunión de Reiki. Allí nos contó que la actitud de su ex marido había cambiado radicalmente, que ya se hablaban, que era amable, que la ayudaba con el cuidado de su hijo,... en definitiva, estaba irreconocible, para bien - decía Abie sorprendida.
¿Se lo pueden creer?
Yo sí

¡Qué gran trabajo Abie. ¡Qué gran trabajo!
Ese día demostraste una gran valentía y una gran capacidad para hacerle frente a uno de los propósitos de esta vida... entender, sanar, pedir perdón desde lo más profundo de tu corazón... realmente, un gran trabajo.
Gracias por permitirme compartirlo y dejar que tu experiencia pueda ayudar a otros.

Al final todo consiste en un trabajo interior.
¿Cómo lleguemos a ello? Ese es el camino de cada cual.

Reconozco que desde mi punto de vista como acompañante, también fue una trabajo difícil de hilar y de conducir, pero bien mereció la pena el resultado.
Terapias como la regresiva son muy buenas, pero hay muchas y todas ellas pueden ser igual de válidas, siempre que se siga haciendo el trabajo interior, pues recuerden... estamos aquí para aprender, sentir y sanar.

Para terminar, y como anécdota, les contaré la percepción de Eloisa,  la amiga de Abie que vino a acompañarla y cuyo escepticismo solo reconoció al final, ya cuando se iban.

Eloisa me relató que antes de venir ella pensaba que todo esto eran mentiras para crédulos, sin embargo en el desarrollo de la terapia ella fue capaz de "ver" todo lo que su amiga estaba relatando, incluso antes de que lo dijera.
Reconoció que lo pasó mal por ser partícipe de tanto sufrimiento, pero que ya no tiene dudas de la validez de este trabajo terapeútico.
¿Y por qué lo vio? Pues porque Eloisa también entró en lo que llamamos un estado ampliado de conciencia para el cual no existe ni el tiempo ni el espacio, y por lo tanto pudo ver la escena tal y como la estaba reviviendo su amiga, por supuesto con el permiso de su alma.

Desde aquí te animo Eloisa para que trabajes aquello que ambas sabemos que tu alma puja por dejar salir.

No me cansaré nunca de agradeceros a tod@s y cada una de vosotr@s, mis queridas almas heridas, todo lo que me enseñáis al mostrarme vuestro dolor y vuestra valentía, pues con ello mi alma recorre pasito a pasito el camino de mi propio "entendimiento".

Gracias... desde lo más profundo de mi corazón.

Fina Navarro
27 de Julio de 2016
viajerosdeluz@gmail.com
viajerosdeluz.blogspot.com.es

martes, 19 de julio de 2016

Perdió sus lágrimas...

...junto a su abuela.
Y no porque las derramara, sino porque fue incapaz de hacerlo.
Cuando terminen de leer esta experiencia, seguro que estarán en posición de entender más a aquellas personas que, a pesar de que una pérdida les toque muy de cerca, no son capaces de manifestar su dolor.

TR Jonás. 25 años
31 de Julio de 2015

Vino acompañado de sus padres, a los que invitó a salir de la sala pues no quería que vieran su proceso, quizás sabía ya que podría ser doloroso para ellos, en especial para su madre.


Manifestaba ansiedad y cabreo cuando no se cumplían los planes. Se consideraba muy metódico y se enfadaba cuando no todo le salía perfecto. A veces se encontraba de mal humor y sentía como que le faltaba algo. Deseaba crecer como persona y sabía que podía aportar más de lo que realmente aportaba a su vida y a la sociedad.
Se había dejado el trabajo.

Y entonces le pregunté,

T: ¿Hay algo que te preocupe?. ¿Hay algún hecho de tu pasado del que quieras hablar?
J: Mi abuela, la madre de mi madre, murió en Marzo del 2014.
Y justo ahí empezó a sacar todo el dolor de su pérdida.

Jonás estaba muy unido a su abuela, comía o cenaba con ella cada poquitos días. Conversaba con ella, le contaba sus problemas. La consideraba una segunda madre y...murió en sus brazos.

" Aquel día había comido con ella y como no le había visto buena cara, por la noche llamé a ver como se encontraba. Allí había una tía mía y me dijo que estaba peor.
Me fui inmediatamente a su casa.
Yo me siento mal porque ella se siente mal. ( aquí ya habla en presente, ya está profundamente dentro de la experiencia).
Cada vez se encuentra peor. La sentamos en una silla. Le está dando una parada cardíaca. La abrazo por detrás.
Mi tía llama a la ambulancia, pero no llega. Siento impotencia y rabia por el retraso. En mi interior me enfado con el personal por su tardanza. No me creo que mi abuela esté tan mal.
Ella me dice "Me muero".
Siento vacío dentro de mí.
Me limité a acompañarla ( ¿les parece poco?)
Ella respira más tranquila cuando yo estoy sujetándola por detrás...."

Realmente Jonás hizo un gran trabajo con su abuela, la acompañó en su proceso de morir. Ella lo decidió así. Pero al no ser consciente por el dolor y su juventud, una parte de Jonás quedó atrapado en su propio dolor.

J: No puedo hacer nada.( ¡Ojo! mandato)
T: ¿ Y qué sientes cuando no puedes hacer nada?
J: Vacío muy grande (de nuevo), ansiedad (síntoma inicial), tristeza, rabia (otra vez) y mucho cabreo (más síntomas). Siento desolación. Me parece todo subrealista.
T: Fíjate en todo esto, ¿cómo te está afectando en tu vida como Jonás?
J: No exteriorizo nada. Hago sufrir a mis padres porque todo lo guardo dentro de mí y ellos no entienden.
T: Muy bien. Sigue.
J: Me quedaba mucho por vivir con ella. Estuve 4 horas con mi abuela. En un momento mi tía díjo que no respiraba y la acostamos en el suelo para intentar reanimarla. La ambulancia seguía sin venir. Yo le decía lo mucho que la quería, que no la iba a olvidar, que iba a estar con mi abuelo. Mientras pensaba que le iba a hacer mucha falta a mi madre.

En un momento llegó la ambulancia.
T: ¿Qué sientes cuando llega la ambulancia?
J: Vacío en todo mi cuerpo. Sé que ella está muerta. Siento Cabreo (otra vez el cabreo), porque hay gente que no le importa. Tengo miedo de que le pase algo a mi familia. Siento un nudo en el estómago que no me deja sentir la situación.
Era un pilar en mi vida y a día de hoy no he sabido sustituirlo. No voy a volver a verla.
En ningún momento me quise creer que mi abuela se murió conmigo.

Fíjense como se negó a aceptar una realidad, y esa negación le seguía martirizando, de ahí la importancia de hacer consciente lo inconsciente para poder sanarlo.

T: Fíjate, de todo esto que acabas de revivir, ¿cuál ha sido para ti el momento más traumático?
J: Cuando mi tía me dijo que no respiraba y la acostamos en el suelo para la reanimación. Mi tía se puso histérica y yo no sabía lo que hacer. Yo sabía que no había nada que hacer.
(Realmente no se estaba contradiciendo, no sabía lo que hacer porque realmente no podía hacer nada.)
Siento vacío.
T: Y en ese momento, ¿cuáles son tus reacciones físicas?
J: Le pegué una patada muy grande a la silla y me hice mucho daño. Durante unos minutos me sentí muerto.
T: Y en ese momento, ¿cuáles son tus reacciones emocionales?
J: Siento tristeza, impotencia, pienso mucho...en cómo se va a sentir mi madre cuando llegue...en el vacío que iba a provocar, en las navidades que no se iban a celebrar...en mis conversaciones con ella...en los domingos que no iba a subir a verla...(cuánto nos cambia la vida, ¿verdad?)
T: Y en ese momento, ¿cuáles son tus reacciones mentales?
J: Siento ansiedad, impotencia de no poder hacer nada, pero también un poquito de alegría porque pudo pasar su muerte conmigo ( por fin iba empezando a entender qué gran tarea hizo con su abuela en esos momentos tan complicados y difíciles).
T: Fíjate y todo esto, ¿qué te está haciendo hacer en tu vida como Jonás?
J: La sigo necesitando para avanzar aún teniendo el apoyo de mi familia, es que mi abuela lo era todo. Necesito poder seguir viéndola para ser feliz, hablar con ella, contarle cosas ( ¡Ojo! otro mandato)
T: ¿Y qué te está impidiendo hacer?
J: Me impide ser como soy. Siempre tengo una sonrisa en la cara pero no es sincera. No la siento.
La muerte de mi abuela me anula como persona (otro mandato).
Siento que somos insignificantes, que pocas personas se preocupan por nosotros. La Sociedad es muy hipócrita e individualista.

Muy cierto, pues es precisamente esa individualidad uno de los procesos que nos hace sufrir. No entendemos que todos formamos parte de un maravilloso TODO. Que todos existimos porque existen los demás. De otra forma sería inconcebible nuestra propia existencia.
Hoy veía al personal del servicio de recogida de limpieza de contenedores de basura haciendo su trabajo y pensaba que no somos conscientes de la importancia de todos y cada uno de nosotros.
¿Qué sería de nuestra salud sin ellos?
Y no solo en cuanto a los humanos se refiere, sino del papel de todos los seres vivos en este planeta.
¿Qué sería de nosotros sin las hormigas? ¿Lo han pensado alguna vez? Hay estudios sobre ello, el mundo sería un enorme basurero sin ellas.
Creemos que somos más que otros porque tenemos una profesión bien pagada, o porque somos más guapos, o porque heredamos la mayor de las fortunas, o porque dirijimos un país...pero...no somos nada sin el que limpia, sin el que produce, sin el que reparte, sin el de la tienda de la esquina...y tampoco podríamos sobrevivir sin las hormigas, por mucho que luchemos contra ellas cuando se cuelan en nuestra casas...
Jonás tenía mucha razón en ese estado ampliado de conciencia. Su alma ponía de manifiesto uno de los mayores males de esta sociedad...la individualidad, no vista como respeto a todos y cada uno de nosotros, sino como una lacra al no importarnos lo que le ocurre a los demás.
Y la única forma de cambiar el mundo es cambiando nosotros mismos. Entendiendo que todo ocurre para nuestro aprendizaje y sanación, para que se opere ese cambio en lo más profundo de nosotros.

Jonás lloró todo lo que no lloró cuando su abuela murió.
Y cuando le hice volver a esos momentos, ya envuelto en la luz, para recuperar ese cachito de su alma que se quedó atrapada en el dolor de la pérdida, la vió...
T: ¿A quién estás viendo?
J (sonriendo y llorando al mismo tiempor): A mi abuela...y ....a mi abuelo tras ella.
T: ¿Dónde están?
J: Junto a mí. Me dicen que están bien. Que quieren que yo esté bien. Que todo está bien.
T: Fíjate, ¿tu abuela pasó por la luz? ¿Y tu abuelo?
J: Creo que no. Se quedaron conmigo. Mi abuelo estaba con mi abuela, y cuando ella murió se vinieron los dos conmigo.
T: Dime, si estás viendo a tu abuela...¿cómo es eso de que ya nunca la ibas a volver a ver?
J: No sé.
T: Fíjate...cuando decías que la muerte de tu abuela te anulaba como persona...pero tú la estás viendo...entonces dime...¿tu abuela está muerta?
J: No, no lo está.
T: Entonces, si tu abuela no está muerta...¿cómo te puede anular como persona su muerte?.
J (sonriendo): Ya entiendo...
T: Bien, ahora que ya entiendes, pregunta a tus abuelos si desean ir a la luz para que tanto ellos como tú podías seguir con vuestro propio camino evolutivo.
J: Sí, quieren irse porque ya saben que yo estaré bien.
T: Diles que recojan todos los cachitos de su energía que pudieran estar en cualquier parte o con otro familiar, y que todos juntos vayan a la luz.

Y así lo hicieron y su nieto fue testigo de ello.
Se hablaron, se dijeron todo lo que tenían que decirse y la calma volvió al corazón de Jonás.
Fue muy emotivo y me siento profundamente agradecida de haber sido testigo de ello.

Unos 15 días antes había sido el padre de Jonás el que trabajó en terapia regresiva y leyendo los dos casos, había una frase que se repetía en ambos. Tanto Jonás como su padre decían:
"Tengo miedo de que le pase algo a mi familia"
Exactamente las mismas palabras, ni una más ni una menos, pero realmente, ¿quién tenía miedo de que le pasase algo a la familia?

Cuando el padre de Jonás hizo su trabajo, resulta que encontró con él también un cachito de la energía de su suegro. En aquel momento también marchó a la luz pero no toda su energía, sino la parte que se había quedado con él. Otra parte estaba con la abuela y con el nieto, y la preocupación excesiva por la familia venía en ambos casos del abuelo, por eso se quedó con todos y cada uno de ellos.
Somos energía y como tal podemos segregarnos. No es un misterio, es solo física.

Por otro lado, como terapeuta, esta experiencia me constata que en muchas ocasiones hay que sanar los traumas provocados en esta vida antes de poder entrar en otras.
Es primordial ser consciente de cualquier problema que nos haya acontecido en nuestro caminar por nuestra vida presente para ir aprendiendo y sanando en cada paso que damos.

Todavía me sigue sorprendiendo la valentía de los jóvenes de ahora que deciden rebuscar en su pasado, esté éste donde esté, para sanar su alma.

Gracias Jonás por esa valentía que mostraste y que estoy convencida, sigues mostrando día a día.

Fina Navarro
13 de Julio de 2016
viajerosdeluz@gmail.com
viajerosdeluz.blogspot.com.es