miércoles, 25 de noviembre de 2015

Seguimos aprendiendo

A pasar de creer que "entendemos",
a pesar de saber que la muerte no existe,
a pesar de saber que nuestra alma es inmortal,
a pesar de saber que elegimos esas experiencias tan traumáticas antes de venir,
a pesar de ello...
Cuando algo grave nos acontece a nosotros o a familiares o amigos muy queridos,
nuestro apego, nuestro dolor por el sufrimiento por los demás, hace que se tambalee toda nuestra creencia y que nos demos cuenta de que, a pesar de creer que "entendemos", debemos seguir aprendiendo.

Pero aprendiendo también a llevar nuestras emociones sin avergonzarnos por ello,
aprender a llorar, a reconocer que podemos hacerlo a pesar de "entender",
aprender a que vivimos en una dimensión en la que podemos echar de menos,
aprender a que es normal vernos afectados por el sufrimiento de los demás,
aprender a sufrir,
aprender a superar ese dolor,
aprender a analizar esa experiencia y sacar conclusiones maravillosas de algo tan doloroso,
aprender más humildad o el perdón, o a tratar con otros en igualdad de condiciones, o a equilibrar el ego, o a entender el sufrimiento de los demás, o a ser empático...ufff... tantas cosas,
cada uno lo suyo en cada momento.

Y no pasa nada, absolutamente nada, pues venimos también a SENTIR.

Así pues, amigos míos, sintamos profundamente y sin avergonzarnos por ello.
Sintámonos también orgullosos de ser capaces de ello y aprendamos en el camino.

Desde mi propio aprendizaje, desde mi propio sentir, con gran humildad y con mucho amor.

Fina Navarro
25/11/2015

domingo, 15 de noviembre de 2015

Energías negativas?

Hola , ¿qué tal estás?-así recibí a Alberto mientras le abría la puerta de casa.
Pues nada, por aquí, a ver si me quitas estas energías negativas que llevo conmigo-dijo él de pronto.
Dejémoslo en Energías- bromeé mientras pensaba que más al grano no se podía ir.

Pero, ¿a qué llamamos Energías Negativas?
Muchas veces pensamos que esas energías no son nuestras, que nos las ha mandado alguien, que las hemos "enganchado" en algún sitio...
Sin embargo, esa tarde la terapia demostró que no es siempre así.

TR - Alberto, 24 años
6 de Noviembre de 2015

Alberto no había practicado meditación y nunca había hecho ninguna terapia regresiva, ese fue mi punto de partida cuando pensaba que podría ser complicado llegar al motivo por el que su alma le había traído hasta mi casa. Le pregunté el motivo de su visita y me habló de su indecisión, de sus dudas a la hora de emprender un camino en su vida, de su falta de dirección, de su falta de paz interior, de la energía negativa, del calentamiento de cabeza, como si tuviera ideas no organizadas dentro de su cabeza, como muchos pensamientos muy liados ahí dentro.

Terapeuta: A ver, háblame de esa energía negativa.
Alberto: creo que es mi propio negativismo ( qué sabia es nuestra alma, ¿verdad?)

Me habló de su abuela, que había fallecido unos meses antes, de lo que la quería. Y aquí sus ojos ya expresaron la emoción que también había que trabajar.
Pero no me habló del cansancio, a pesar de ello la persona que me lo mandó sí me lo había comentado y yo lo tuve en cuenta.

A pesar de tener claro que tenía que trabajar el tema de su abuela no fue lo primero a lo que lo dirigí.

T: Cuéntame algo más de lo que te ocurre en la cabeza.
A: Parece que tengo pensamientos que no son míos, sino de los demás. Yo quiero irme fuera, pero no me atrevo. Cuando alguien me dice que me voy a equivocar, me bloqueo y no hago lo que deseo. No puedo hacer lo que me gustaría por miedo a equivocarme, así que intento hacer lo que los demás me dicen.
T: Y tú qué quieres hacer?
A: No lo sé. No quiero que los demás piensen mal de mí.
T: Dime, de dónde viene ese bloqueo.
A: El bloqueo lo pongo yo.
T: ¿Y dónde localizas ese bloqueo?
A: En la cabeza, un poco más arriba de las sienes.

Y así estuvo un buen rato, así que decidí aplicar la técnica de la inducción y llevarlo a un jardín donde encontraría su lugar preferido y podría ser él mismo. De esta forma sería su alma quien podría hablar conmigo.
Y allí fue donde vino su abuela.
T: Dime, ¿dónde está tu abuela aquí y ahora?
A: Delante de mí.
T: Pregúntale si ha pasado por la luz.
A: Se calla. No dice nada.
Esto es significativo, aunque a veces dicen que sí han pasado por la luz y más tarde se ve que no ha sido así.

Alberto le prestó su voz y sus cuerdas vocales a su abuela para que yo pudiera hablar con ella.
Así descubrí que su abuela no era consciente de que había muerto su cuerpo y estaba convencida de que el cuerpo de su nieto era el suyo propio. Hasta que le dije que mirara su cara
T: ¿qué tienes en tu cara?
Abuela: Peeloo
T: ¿Tú tienes barba?
Abuela: No.
T: ¿Entonces....??
Abuela: ...(silencio)

T: Mira, yo te voy a explicar qué está ocurriendo. Nos han dicho muchas veces que todo acaba cuando morimos, pero eso no es cierto. Lo único que ocurre es que cuando dejamos el cuerpo, nuestra esencia, nuestra alma o espíritu, sale del cuerpo y se va a  nuestro verdadero hogar.
Le expliqué que estaba interfiriendo en la vida de su nieto. Que para continuar su camino debía ir por el camino de la luz.
T: ¿Crees en Dios?
Abuela: Sí ( al dato, pues a su nieto más tarde le hice la misma pregunta y me dijo que no especialmente)
T: ¿Quieres que te ayude a encontrar el camino para reunirte con Dios?
Abuela: Sí.
T: Pues repite conmigo.
Hicimos una oración para que la ayudara a encontrar el camino y allí estaba la luz.
T: Mira a ver si ha venido alguien a acompañarte.
Abuela: No.
T: Fíjate bien
Abuela: Síiiii ( con lágrimas en los ojos). Es mi marido. Me da la mano.
T: Muy bien, pues ve con él. Quieres decirle algo a tu nieto antes de irte.
Abuela: Que le quiero mucho.
T: Que Dios te bendiga.

Tras este inciso importante en la terapia, volví a conducirlo al tema de su cabeza y tras algunas vueltas, Alberto logró ponerle forma y color a lo que le ocurría.
T: Cómo es eso?
A: Es como un cuadrado gris que se mueve.
T: Fíjate bien cómo te está afectando ese cuadrado gris.
A: Es como una energía negativa que viene del cuadrado a mi estómago, y de ahí sube hasta mi cabeza y en mi cabeza todo se vuelve blanco y no me deja pensar, ni tomar decisiones.
T: Ahora quiero que te fijes muy bien en ese cuadrado y dime, ¿qué hay detrás de ese cuadrado gris?
A: No sé ( eso quiere decir, no quiero saber)
T: Bueno, como si supieras. Fíjate bien. Esto es importante. ¿Qué hay detrás del cuadrado gris?
A: No sé por qué me viene a la cabeza una mala experiencia de cuando era niño.
T: Háblame de esa experiencia.
A: No.
T: Y eso?
A: Me da vergüenza.

Ahí está. Esa era la experiencia que había venido a trabajar y así se lo dije. Le costó un poco, cambió varias veces al decirme la edad que tenía cuando ocurrió, pero poco a poco la verdad se fue abriendo camino hasta sus labios y expresó todo su sufrimiento.

Cuando era poco más que un niño, unos amigos le habían inducido a experimentar "toqueteos" con ellos, hasta tres veces. Y en la confusión propia de esa edad, él también experimentó con su hermano pequeño una vez. Su hermano se lo dijo a sus padres, y eso le hizo hundirse en la vergüenza cada vez más y más hasta el día que por fin su alma logró sacarlo a la luz conmigo.
Nunca más volvió a experimentar con personas de su mismo sexo.
Le pregunté por sus tendencias y dejó claro que le gustan las mujeres, sin embargo seguía confundido y atrapado en la vergüenza.

Repito una y otra vez la palabra vergüenza porque una vez que salió, Alberto la repitió una y otra vez y otra vez...tal era lo que sentía en su interior.

Vivimos en una sociedad que condena el sexo como pecado, sin darnos cuenta de que cuando somos preadolescentes, buscamos experiencias y experimentamos, porque ¿cómo si no, vamos a aprender?. No hablamos con nuestros hijos o nuestros padres del sexo por vergüenza y eso conlleva que podamos cometer errores, errores que nos marcan para el resto de nuestra vida si no somos capaces de hablar de ello abiertamente.
Alberto experimentó con otros chicos, vale ¿ y qué?. Cuántos de nosotros lo hemos hecho? O lo hemos pensado?...con chicos, con chicas
Alberto cometió un error con su hermano. Uno. Igual al que cometieron con él y lo está pagando desde entonces, pues desde entonces cada vez que le viene el recuerdo, se castiga una y otra vez.
Cómo? Pues enganchado a ese cuadrado de energía gris que lo tiene paralizado en el miedo, el asco a sí mismo, la vergüenza, el dolor, la pena, la culpabilidad, el miedo a haber dañado a su hermano tanto como él mismo se estaba dañando. El miedo a equivocarse. Por eso no toma decisiones sobre su futuro.

Cuando cometemos errores, debemos hablar de ello, debemos pedir perdón, perdonarnos a nosotros mismos y devolver la energía robada a la persona con la que cometimos el error. Si no nos atrevemos a hacerlo en persona, sentémonos y hablemos con su alma desde lo más profundo de nuestro corazón.


T: Muy bien. Ahora quiero que cojas con tus manos eso que tienes en tu cabeza, esa energía que no te deja pensar y la bajes por tu cuerpo, la saques por tu estómago y la lances contra ese cuadrado.

Y así lo hizo, no una, sino muchas veces. Y cada vez yo le preguntaba, ¿cómo está el cuadrado?. Él respondía "más pequeño, menos gris"...
Hasta que desapareció.

Ese cuadro gris no era otra cosa que lo que él llamó al principio "energía negativa". Energía que era provocada por él mismo, como una forma de autocastigo, cada vez que pensaba en lo ocurrido muchos años atrás. Es tan importante que seamos capaces de sacar desde dentro aquello que nos hace tanto daño.

Se envolvió en una luz de color Rojo, pues así lo necesitaba su alma, y así pidió perdón y devolvió la energía robada. Perdonó y recogió la suya propia.
Y llegó el momento de recoger cada trocito de su alma que se había perdido en el proceso. Fue a la primera experiencia con sus "amigos" y allí había un trocito. Después encontró otro trocito de su alma sentado en la cama llorando, avergonzado, sufriendo, culpabilizándose una y otra vez por haber experimentado con su hermano. También lo recogió y lo integró.
Sin embargo, me decía que todavía le faltaba algo, que no sabía el qué.

T: Quiero que pienses una cosa, ¿cada vez que recordabas todo esto, qué sentías?
A: Vergüenza, culpa, responsabilidad, miedo de haberle hecho daño a mi hermano...
T: Pues quiero que busques a lo largo de toda tu vida desde ese momento, cada cachito de tu alma que se quedó atrapada en cada pensamiento, en cada recuerdo, en esa vergüenza... Fíjate bien. ¿ Cuántas partes de ti se quedaron en el camino?
A: Ufff....hay muchas.
T: Pues yo te voy a ayudar a recogerlas.

Les habló, les dijo lo que había ocurrido, les explicó lo que sentía su corazón y les pidió que volvieran a él. Integró consigo a todas esas partes de su alma que se habían perdido en la vergüenza y el dolor de la confusión propia de la edad y el desconocimiento.

Y aquí está la explicación de su cansancio, pues cada vez que una parte de nuestra alma, de nuestra energía se pierde en el camino de la vida, nos sentimos más incompletos, más cansados.
Es muy importante que seamos conscientes de nuestros traumas y vayamos recogiendo esa parte de nosotros que se ha perdido.
Es importante que seamos conscientes de que esa parte de nosotros aunque está perdida, sigue resonando dentro de nosotros y provocando dolor, vergüenza o miedo, porque al fin y al cabo es una parte de nosotros.

Alberto hizo un gran trabajo. Su cara se había transformado y su deseo para el futuro fue vivir en paz, atreverse a dar pasos en la vida, tener las cosas claras y saber lo que quiere.

La vida es un paso detrás del otro, pero todo pasa por dar el primero y Alberto lo ha dado.
Agradezco la ayuda al Universo y a las almas que hicieron esto posible.

Fina Navarro
13 de Noviembre de 2015