¿Mi creador?
Hizo
un gesto con su cabeza a modo de saludo, mientras me guiñaba un ojo. Y, en un pis
pas, me vi siguiéndole por un frondoso bosque, con caminos bien cuidados. Miré a
mi alrededor impresionada por la belleza que me rodeaba. Yo había estado allí
muchas veces, pero nunca con esa percepción tan intensa de todo. Árboles milenarios
de todas las formas, tamaños y colores. ¿Cómo era posible? Incluso algunos que
nunca había visto. No es que yo los haya visto todos, ni mucho menos, pero como me encanta pintarlos, los observo y
sé sus formas, aunque no sus nombres.
—¿Ves
todo esto? —dijo, mientras señalaba el entorno con su mano derecha— Es producto
de mucho tiempo y de la energía que hemos proyectado en su formación, millones de
nosotros. Porque todo se consigue con la unión de todos. Sin embargo no nos
pertenecen, nosotros solo prestamos una parte de nuestra energía en su
comienzo, el resto del trabajo lo han hecho ellos mismos.
Le
miré con un atisbo de entendimiento en mi mente y pensé, “entonces, ¿este
hombre es mi creador?”.
—No
Fina — ¡vaya!, ya volví a pensar de nuevo en voz alta— No soy tu creador, tal y
como podéis entenderlo en la Tierra. Solo soy aquel que prestó un poco de su
energía para dar lugar al nacimiento de otra nueva consciencia, que terminará
siendo un nuevo ser. Realmente, tú eres el resultado de tu propia creación,
como todos lo somos. Cada uno de
nosotros tiene sus peculiaridades, su propia personalidad y eso es lo bonito de
este universo.
A
estas alturas no me extrañé que hubiera adivinado mi pensamiento.
—Tienes
una naturaleza rebelde —continuó—. Eso te hace buscar una forma de aprender que
no acarree tanto sufrimiento, y ahí estás, en tu búsqueda. Pero ten en cuenta
siempre, que cada uno de nosotros elegimos una forma de “entender” a nuestra
manera, para evolucionar en conciencia, que es la que nos hace avanzar.
Respétalo. Respétate.