viernes, 19 de septiembre de 2014

La manzana y la serpiente

Han transcurrido más de 35 años desde que, por primera vez, me contaron la historia de Adán y Eva, aquella donde eran "expulsados" del paraíso, aquella donde comían del fruto prohibido.
Y han transcurrido más de 35 años sin que entendiera aquella parábola.

A lo largo de la historia nos han vendido una interpretación literal de estos escritos.
Y a lo largo de estos años, he visto verdaderas atrocidades cometidas contra la mujer amparada en esos escritos.

¡¡Cuánta ignorancia!! ¡¡Cuánto dolor!! Qué pena de conocimientos.

Pero... la vida de vez en cuando nos hace pensar, recapacitar y un día, te ilumina.

Ayer, por fin, después de tantos años de no entender, de estar inmersa en mi propia ignorancia... entendí.

Todo es simbólico. Así cuando leemos las llamadas "Escrituras Sagradas" debemos olvidarnos de lo literal y ver mucho más allá.

No sé si estaré equivocada o no, pero sí estoy contenta de lo que ayer entendí, por fín.

Eva, somos nosotros, simboliza a todos y cada uno de nosotros, hombres y mujeres, sin excepción.

El árbol prohibido, es solo un aviso de lo que podemos perder si nos dejamos arrastrar bajo nuestra condición humana, pues vinimos con los ojos vendados y las manos atadas, sin recuerdos de lo que realmente somos y por lo tanto, sin la base de nuestro sustento aquí en la Tierra o en cualquier mundo que podamos habitar.

La manzana es la promesa de todo lo material que podemos conseguir, pero que igual que viene se va. El precio por ella es la ignorancia y el dolor.

La serpiente simboliza nuestro ego, nuestra falta de humildad, nuestros miedos, nuestros apegos, nuestras envidias y odios.
La serpiente simboliza nuestra falta de fortaleza interior para enfrentarnos a aquello que nos cueste algo de esfuerzo.
La serpiente simboliza cómo nos dejamos seducir por lo externo y lo material, sin tener en cuenta lo espiritual que habita en nuestro interior.

La amenaza de dios solo simboliza la probabilidad de perder nuestra esencia como seres de luz que somos. Pues Dios, con mayúscula, nunca nos deja de su mano. Lo podemos llamar Fuente, Luz, Dios o tantos miles de nombres, en realidad es la unión de todos los seres existente, nosotros, encarnados y no encarnados, y por lo tanto, nunca, nunca nos amenazaría ni nos expulsaría de ningún lugar, porque sería como renunciar a nosotros mismos, porque somos nosotros mismos. No existe ningún dios castigador, ni ningún infierno, tan solo el resultado de nuestro propio deseo de experimentar, aprender, sanar y entender.

La expulsión del paraíso es la pérdida de nuestro yo, es la pérdida de la iluminación, del entendimiento, es la pérdida de nuestros recuerdos y por lo tanto, es la pérdida de la verdad.

Pero, la buena noticia es que
podemos volver a ese paraíso bajo el poder de la iluminación, 
podemos devolver la manzana pues no es necesaria para nuestra evolución como seres de luz,
darle las gracias a la serpiente por sus aprendizajes,
pasar de largo por el árbol prohibido mirándole con detenimiento, sin miedo, ni rabia, ni ira, ni ego... solo con amor y humildad por las lecciones aprendidas y superadas.
Y sobre todo, estar muy orgullosos de haber sido "Eva", haber buscado en nuestro interior y haber encontrado la verdad, lo que realmente importa: nosotros.
Nosotros como portadores de Luz, Paz y Amor.

Fina
19/09/2014




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